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La jornada laboral moderna suele asociarse con estar mucho tiempo sentado.

Los hombres que pasan la mayor parte del tiempo frente al ordenador o en la oficina notan cansancio, incluso sin sobrecarga física. Esta fatiga es especial: lenta, imperceptible, pero persistente. Se manifiesta en una sensación de inhibición, pesadez y reticencia al movimiento. Todo esto puede afectar la percepción del bienestar corporal y el estado de ánimo general. La solución no tiene por qué ser radical: basta con pequeños cambios, en particular alternando estar sentado con actividad física suave a lo largo del día.

Incluso los movimientos más sencillos pueden reactivar el flujo interno de energía. Si se levanta al menos 2 minutos cada 25-30 minutos de trabajo y da un paseo tranquilo o cambia de postura, puede aliviar gradualmente la rigidez en las piernas y la zona lumbar. En la vida diaria, esto puede parecer parte de una rutina normal: por ejemplo, levantarse durante una llamada telefónica, dar unos pasos por la cocina, estirarse lentamente y encoger los hombros. Estas acciones son invisibles desde fuera, pero tienen un impacto significativo en tu estado interior.

Trabajos sedentarios

En trabajos sedentarios, es útil establecer un ritmo en el que el descanso incluya movimientos ligeros. Una opción es la fórmula "25 + 2": cada 25 minutos de trabajo, cambia de posición y dedica al menos 2 minutos a actividades físicas cortas. Esto no es una regla, sino una guía suave que devuelve al cuerpo la sensación de movimiento y ayuda a mantener la claridad mental. Es importante no forzarse, sino encontrar acciones que provoquen una sensación agradable.

    Micromovimientos cortos que deberían incluirse en la rutina diaria:
  • Caminatas ligeras por la habitación o incluso en el mismo sitio;
  • Rodar los hombros hacia adelante y hacia atrás;
  • Inclinaciones lentas hacia los lados;
  • Giros suaves del cuerpo estando sentado;
  • Rodar el pie desde el talón hasta la punta.

Para mantener la regularidad, puedes usar estímulos sencillos. Por ejemplo, coloca una botella de agua un poco más lejos para que tengas que levantarte; programa un recordatorio en tu teléfono o deja una señal visual cerca del monitor. También puedes combinar el movimiento con actividades placenteras: levantarte para poner música, acercarte a la ventana, cambiar la posición de la silla.

Además, la recuperación nocturna es muy beneficiosa, especialmente después de un día sentado. No es necesario hacer ejercicio físico; basta con dar un paseo tranquilo por el pasillo, cambiar lentamente de postura, sentarse con la espalda recta durante unos minutos o hacer un estiramiento corto. Estas acciones ayudan al cuerpo a liberar la tensión acumulada y facilitan la transición al descanso nocturno.

También deberías prestar atención a las actividades del hogar. En lugar de buscar tiempo para el movimiento por separado, conviene integrarlo en las actividades cotidianas. Puedes caminar en lugar de usar el transporte público al menos parte del camino, subir las escaleras si el piso no es demasiado alto o hacer los deberes de pie. No tienes que planificar sesiones especiales; simplemente elige una o dos maneras de mantenerte activo a lo largo del día y cíñete a ellas.

Actividades cotidianas que mantienen tu cuerpo en forma:

  • Conversar de pie en lugar de sentado;
  • Caminar mientras escuchas podcasts;
  • Limpiar con la espalda recta;
  • Ordenar cosas en cuclillas;
  • Cambiar de postura mientras ves una película.
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Conclusión

Cuanto más natural te sientas al moverte, mejor se integrará en tu rutina diaria. No se trata de forzarte, sino de sentir cómo tu cuerpo agradece incluso un pequeño tirón o unos pasos lentos. Estos pequeños gestos te ayudan a conectar contigo mismo, te brindan una sensación de concentración y paz interior. Y muy pronto, el hábito de moverte dejará de ser una obligación y se convertirá en una forma de mantener tu propio ritmo.